Máscara Vs. Cabellera
Por Luis Guillermo Franco
Hay muchos enfoques teóricos para calificar a una persona dedicada a la política, sin embargo una manera sencilla y adecuada para evaluar a cualquier político –desde un jefe de grupo de secundaria hasta un Presidente de la República-, es considerando dos criterios, el primero es analizando su capacidad de hacer.
Este punto quiere decir que, todo hombre y mujer dedicados a los asuntos públicos debe ser valorado por su capacidad de resolver, ya sea ejecutando una acción por iniciativa propia o haciendo las diligencias necesarias ante las autoridades correspondientes para resolver cualquier problema.
El segundo criterio que se debe analizar es la fortaleza de su palabra, porque un político que no cumple sus promesas, que es indiscreto o que miente; no puede ser apreciado por la sociedad porque genera desconfianza.
Esta semana el Presidente López Obrador sorprendió a los mercados al asegurar que el empresario más exitoso de México Carlos Slim tiene pensado retirarse de la vida activa en los negocios durante su sexenio. Esta declaración hizo que las acciones del corporativo empresarial de Slim disminuyeran su valor en poco más del 2 por ciento, equivalente a más de 2 mil millones de pesos.
La declaración del Presidente provocó una perdida multimillonaria, el mundo fifí dirá que por indiscreto, por revelar un secreto que se le confió de buena fé.
Los chairos dirán “lero lero candelero” “qué bueno, apenas es quitarle un pelo al gato”…
Así el maniqueísmo dispuesto para el análisis de la realidad nacional.
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