Esta triste realidad convierte en mito que el voto de los jóvenes puede definir la elección del 1 de julio de 2018. Si, demográficamente los electores entre 18 y 29 años representan un amplio espectro del padrón, sin embargo los propios estudios del Instituto Nacional Electoral(INE) demuestran que a pesar de que potencialmente pueden dar un viraje en la definición de los triunfadores, la verdad es que pocos de ellos votan, por simple flojera o quizás porque estarán más preocupados en seguir la fiebre de la Copa del Mundo de Fútbol.
Este diagnóstico es secundado por las aseveraciones realizadas por el Consejero del INE Jaime Rivera Velázquez que ha expuesto que:
“Por naturaleza, los jóvenes suelen ser inquietos, rebeldes, críticos del presente. Eso bien puede impulsarlos a participar en los asuntos colectivos e inyectarle a la vida política dinamismo y exigencia más allá de las elecciones. No obstante, el común de los jóvenes del siglo XXI muestra escaso interés en los asuntos políticos; la apatía o la desconfianza hacia lo público propicia un retraimiento a lo privado; prevalece un individualismo rayano con la soledad, con escaso contacto personal con los otros, aunque la conexión cibernética cree la ilusión de comunicarse al instante con miles de personas”.
En artículo publicado en Excélsior, el Consejero emite aseveraciones que deben colocar señales de alerta a todas las coordinaciones juveniles de los candidatos presidenciales, porque es evidente que a pesar de que en el discurso manejen el apoyo a las nuevas generaciones de mexicanos, la expectativa es que no conectan de forma contundente, dejando la palabra “jóvenes” y “juventud mexicana” como meras muletillas que no comunican nada al segmento al cual va dirigido y que muy poco los entusiasma a emitir su sufragio el 1 de julio.
“El real o aparente desinterés de la población joven en la política constituye una debilidad de la democracia y un factor preocupante para el futuro de la misma. Si las nuevas generaciones no creen suficientemente en las instituciones democráticas, éstas se erosionan, podrían vaciarse y ceder el paso a soluciones autoritarias. Para funcionar y sostenerse, la democracia necesita demócratas”.

Los millenials de la época no vivieron las etapas del carro completo, para ellos la normalidad en su vida es la alternancia en los cargos gubernamentales. Es triste que se sientan ajenos a los grandes avances democráticos forjados por sus padres y abuelos, y su inmovilidad conduce a un círculo pervertido de la democracia porque si bien tienen la libertad de abstenerse, después reclaman por las acciones de gobierno en las que pudo haber incidido con el voto.
Esta es la pobre expectativa del voto de jóvenes en la próxima elección, apunta el Consejero Rivera:
“En México, los electores entre 18 y 29 años representan 29 por ciento de la lista nominal. De ellos, este año casi 15 millones tendrá la oportunidad de participar por primera vez en una elección presidencial. Sin embargo, su peso electoral es menor que su peso demográfico, ya que —como lo demuestran los estudios de participación ciudadana que han realizado el IFE y el INE desde 2003 hasta 2015— los ciudadanos de 20 a 29 años registran consistentemente una tasa de participación electoral menor que el promedio de la población”.
Espero equivocarme, pero las estadísticas indican un horizonte en donde no aparecen jóvenes en las urnas. Si quieren conocer completo el artículo pueden dar clic en http://www.excelsior.com.mx/opinion/columnista-invitado-nacional/la-participacion-politica-de-los-jovenes/1238592
